Información especial publicada por ICEX
Reproducimos este texto de Daniel Aguilar Martín, para la Oficina Económica y Comercial de España en Nueva Delhi y publicado en la web de nuestro patrono ICEX.
La pandemia generada por el virus COVID-19 está teniendo un gran impacto sanitario y económico en el entorno global, siendo India uno de los países más gravemente afectados.
En el sector de las energías renovables (ER), los efectos derivados de la paralización de la actividad económica y del sector constructor por el confinamiento están empezando a manifestarse. La escasez de mano de obra, las normas de distanciamiento y la falta de equipos (especialmente procedentes de China) han provocado un gran número de retrasos en los proyectos en ejecución. El segmento ya enfrentaba dificultades durante el año fiscal 2019/20, frenado por desafíos normativos y problemas financieros. Esta situación, se ve agravada en el corto plazo por la pandemia, con una conmoción en el sector traducida en caídas en la demanda energética del 20-25%, que suponen unas acusadas pérdidas en las DISCOMs del 8-10% (11.000 millones EUR).
Esta pérdida de liquidez exacerba ciertos problemas estructurales subyacentes (excesiva dependencia de subsidios, estructuras tarifarias distorsionadas, etc.), que podrían afectar a la inversión en ER y modernizaciones del sistema si perdura la incidencia de la pandemia, obstaculizando así las previsiones y retos marcados por el gobierno.
En el sector eólico, la consultora BloombergNEF estima que, en caso de sufrir una única ola, la instalación será de 1,5 y 3,8GW en 2020 y 2021. Si surgen nuevos brotes después del verano, la instalación en 2020 y 2021 será de 1,3 y 3,2GW respectivamente. Bajo este último escenario se esperan restricciones en la cadena de suministros hasta 2021, y retrasos en los proyectos de 2022 y 2023. Por último, contemplan el caso de una pandemia duradera, donde la instalación de 2020 seguiría siendo de 1,3GW, pero la de 2021 se vería gravemente afectada cayendo hasta los 2,6GW.
Respecto al sector solar, puesto que en torno al 80% de los componentes de la cadena de valor proceden de China, la interrupción del comercio internacional tuvo unas consecuencias severas desde el primer momento. A finales de julio se estima que alrededor de 10-11 GW se encuentran en fase de construcción avanzada, con entregas previstas para septiembre-octubre.
De ellos, 2,3 GW están altamente afectados por los retrasos provocados por la falta de suministros y trabajadores, comprometiendo gravemente los plazos de entrega. A ello, hay que sumarle la suspensión natural de gran parte de obras en época de lluvias (meses de julio-agosto). Será también difícil controlar incrementos en los precios derivados de tener que recurrir a terceros mercados, como Taiwán o Malasia, cerca de un 20% más caros.
Las expectativas del sector en los escenarios más graves contemplan una caída en la demanda general de energía en el largo plazo, resultado de la reducción en la actividad económica. La caída en los ingresos de las SITCOM limitaría las inversiones en renovables que, en el peor de los casos, podría suponer la cancelación de ciertos proyectos. Según la última publicación de mayo 2020 del índice de atractivo renovable RECAI, elaborado por Ernst & Young (EY), India ha caído hasta el séptimo puesto. Tras situarse como tercero en 2019, EY argumenta que ha demostrado un desarrollo por debajo de lo esperado, con un gran impacto por los efectos del COVID-19 que compromete los objetivos a 2022. No obstante, el ránking sigue categorizando el sector fotovoltaico indio como el más alto de entre los 40 países analizados.
Pese al incierto devenir renovable, diversas áreas del sector se muestran optimistas, estimando que la tendencia de progresión y crecimiento no se verá afectada a la larga, puesto que en el medio-largo plazo, la ER acabará erigiéndose como una alternativa, no solo más limpia, sino también más económica a los modelos tradicionales. Para garantizar un futuro próspero al sector, deberá venir respaldado por propuestas gubernamentales (nuevos mecanismos de financiación más favorables; regulaciones unánimes proclives a la transición del sector; prestación de ayudas directas a las DISCOMs para mejorar su situación financiera inmediata y proteger los empleos en todo el sector eléctrico; etc.).
El Ministerio de Energías Nuevas y Renovables (MNRE) ha comenzado a realizar esfuerzos para mejorar la consistencia regulatoria del sector y mitigar el impacto del COVID-19. Adicionalmente, en mayo de 2020, la Ministra de Finanzas Nirmala Sitharaman, anunció la liberación de un paquete de recuperación económica por valor de 20 INR lakh crore (248.033 millones EUR), incluyendo 8,01 INR lakh crore (99.337 millones EUR) en forma de medidas de liquidez. El paquete prioriza esfuerzos hacia programas con compromisos medioambientales, siendo uno de los hitos más relevantes del estímulo, son los 90.000 INR crore (11.161 millones EUR) destinados a las DISCOMs.
El objetivo será inyectar liquidez en forma de préstamos a largo plazo para hacer frente a las deudas adquiridas y restaurar los trabajos. Esto derivará en el medio plazo en sistemas financieramente viables que permitan promover la resiliencia energética, favoreciendo programas de ER y almacenamiento energético para ayudar a la recuperación de uno de los sectores más azotados por la pandemia.
Llevará tiempo conseguir alcanzar los niveles de demanda energética previos a la pandemia para poder, después, crecer. Una vez se consiga revertir la situación inyectando liquidez, será necesario llevar a cabo reformas estructurales para actualizar y digitalizar la red, integrando de forma óptima altos niveles de energía renovable al menor coste. En última instancia, la salud de las empresas de distribución de energía es un punto crítico para la descarbonización del sector eléctrico de la India.